sábado, 24 de marzo de 2012


Primera Estación: Jesús es condenado a morir
«Reo es de muerte», dijeron de Jesús los miembros del Sanedrín, y, como no podían ejecutar a nadie, lo llevaron de la casa de Caifás al Pretorio. Pilato no encontraba razones para condenar a Jesús, e incluso trató de liberarlo, pero, ante la presión amenazante del pueblo instigado por sus jefes: «¡Crucifícalo, crucifícalo!», «Si sueltas a ése, no eres amigo del César», pronunció la sentencia que le reclamaban y les entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado. 
 

Segunda Estación: Jesús carga con la cruz. 
Llegada la hora, le quitaron el manto de púrpura con que lo habían vestido para la burla, le pusieron de nuevo sus ropas, le cargaron la cruz en que había de morir y salieron camino del Calvario para allí crucificarlo. 
 
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez. 
Nuestro Salvador, agotadas las fuerzas por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por la acerbidad de los sufrimientos físicos y morales que le infligieron aquella noche, en ayunas y sin haber dormido, apenas pudo dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Se sucedieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas y expectación del público. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a empellones, logró levantarse para seguir su camino. 
 
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su santísima madre María.
También se encuentra allí María, que no aparta la vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha entrevisto en la muchedumbre. Pero llega un momento en que sus miradas se encuentran, la de la Madre que ve al Hijo destrozado, la de Jesús que ve a María triste y afligida 
 
Quinta Estación: Jesús es ayudado por Simón el cirineo a llevar la cruz. 
Jesús salió del pretorio llevando a cuestas su cruz, camino del Calvario; pero su primera caída puso de manifiesto el agotamiento del reo. Temerosos los soldados de que la víctima sucumbiese antes de hora, pensaron en buscarle un sustituto

 
Sexta EstaciónVerónica limpia el rostro de Jesús. 
Verónica de nombre, se abrió paso entre la muchedumbre llevando un lienzo con el que limpió piadosamente el rostro de Jesús 
 
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez. 
Jesús había tomado de nuevo la cruz y con ella a cuestas llegó a la cima de la empinada calle que daba a una de las puertas de la ciudad. Allí, extenuado, sin fuerzas, cayó por segunda vez bajo el peso de la cruz. 
 
Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. 
Dice el evangelista San Lucas que a Jesús, camino del Calvario, lo seguía una gran multitud del pueblo; y unas mujeres se dolían y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos»
 
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.
Una vez llegado al Calvario, en la cercanía inmediata del punto en que iba a ser crucificado, Jesús cayó por tercera vez, exhausto y sin arrestos ya para levantarse. Las condiciones en que venía y la continua subida lo habían dejado sin aliento. 
 
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. 
 Por otra parte, los soldados despojaron a Jesús, sin cuidado ni delicadeza alguna, de sus ropas, incluidas las que estaban pegadas en la carne viva, y, después de la crucifixión, se las repartieron. 
 
Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz. 
«Y lo crucificaron», dicen escuetamente los evangelistas. Había llegado el momento terrible de la crucifixión, y Jesús fue fijado en la cruz con cuatro clavos de hierro que le taladraban las manos y los pies. 
 
Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz .
 Desde el principio, muchos de los presentes, incluidas las autoridades religiosas, se desataron en ultrajes y escarnios contra el Crucificado. Poco después ocurrió el episodio del buen ladrón, a quien dijo Jesús: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» 
 
Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.
Para que los cadáveres no quedaran en la cruz al día siguiente, que era un sábado muy solemne para los judíos, éstos rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran; los soldados sólo quebraron las piernas de los otros dos, y a Jesús 
 
Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado en el sepulcro.
José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos de María y lo envolvieron en una sábana limpia que José había comprado 
 


                                                       Gracias por su atención