Primera Estación: Jesús es
condenado a morir
«Reo es de muerte», dijeron de Jesús los miembros
del Sanedrín, y, como no podían ejecutar a nadie, lo llevaron de la casa de
Caifás al Pretorio. Pilato no encontraba razones para condenar a Jesús, e
incluso trató de liberarlo, pero, ante la presión amenazante del pueblo
instigado por sus jefes: «¡Crucifícalo, crucifícalo!», «Si sueltas a ése, no
eres amigo del César», pronunció la sentencia que le reclamaban y les entregó a
Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.
Segunda Estación: Jesús carga con la
cruz.
Llegada la hora, le quitaron el manto de púrpura
con que lo habían vestido para la burla, le pusieron de nuevo sus ropas, le
cargaron la cruz en que había de morir y salieron camino del Calvario para allí
crucificarlo.
Tercera Estación: Jesús cae por
primera vez.
Nuestro Salvador, agotadas las fuerzas por la
sangre perdida en la flagelación, debilitado por la acerbidad de los
sufrimientos físicos y morales que le infligieron aquella noche, en ayunas y
sin haber dormido, apenas pudo dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de
la cruz. Se sucedieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas y
expectación del público. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a
empellones, logró levantarse para seguir su camino.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a
su santísima madre María.
También se encuentra allí María, que no aparta la
vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha entrevisto en la muchedumbre. Pero
llega un momento en que sus miradas se encuentran, la de la Madre que ve al
Hijo destrozado, la de Jesús que ve a María triste y afligida
Quinta Estación: Jesús es ayudado
por Simón el cirineo a
llevar la cruz.
Jesús salió del pretorio llevando a cuestas su
cruz, camino del Calvario; pero su primera caída puso de manifiesto el
agotamiento del reo. Temerosos los soldados de que la víctima sucumbiese antes
de hora, pensaron en buscarle un sustituto
Sexta Estación: Verónica limpia
el rostro de Jesús.
Verónica de nombre, se abrió paso entre la
muchedumbre llevando un lienzo con el que limpió piadosamente el rostro de
Jesús
Séptima Estación: Jesús cae por
segunda vez.
Jesús había tomado de nuevo la cruz y con ella a
cuestas llegó a la cima de la empinada calle que daba a una de las puertas de
la ciudad. Allí, extenuado, sin fuerzas, cayó por segunda vez bajo el peso de
la cruz.
Octava Estación: Jesús consuela a
las mujeres de Jerusalén.
Dice el evangelista San Lucas que a Jesús, camino
del Calvario, lo seguía una gran multitud del pueblo; y unas mujeres se dolían
y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas les dijo: «Hijas de
Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros
hijos»
Novena Estación: Jesús cae por
tercera vez.
Una vez llegado al Calvario, en la cercanía
inmediata del punto en que iba a ser crucificado, Jesús cayó por tercera vez,
exhausto y sin arrestos ya para levantarse. Las condiciones en que venía y la
continua subida lo habían dejado sin aliento.
Décima Estación: Jesús es despojado
de sus vestiduras.
Por otra parte, los soldados despojaron a
Jesús, sin cuidado ni delicadeza alguna, de sus ropas, incluidas las que
estaban pegadas en la carne viva, y, después de la crucifixión, se las
repartieron.
Undécima Estación: Jesús es clavado
en la cruz.
«Y lo crucificaron», dicen escuetamente los
evangelistas. Había llegado el momento terrible de la crucifixión, y Jesús fue
fijado en la cruz con cuatro clavos de hierro que le taladraban las manos y los
pies.
Duodécima Estación:
Jesús muere en la cruz .
Desde el principio, muchos de los presentes,
incluidas las autoridades religiosas, se desataron en ultrajes y escarnios
contra el Crucificado. Poco después ocurrió el episodio del buen ladrón, a
quien dijo Jesús: «Hoy estarás conmigo en el paraíso»
Decimotercera Estación:
Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.
Para que los cadáveres no quedaran en la cruz al
día siguiente, que era un sábado muy solemne para los judíos, éstos rogaron a
Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran; los soldados sólo
quebraron las piernas de los otros dos, y a Jesús
Decimocuarta Estación:
Jesús es sepultado en el sepulcro.
José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo
de Jesús de los brazos de María y lo envolvieron en una sábana limpia que José
había comprado
Gracias
por su atención